Pintor y miembro de la Real Academia de Bellas Artes
PRESENTACIÓN DE LA OBRA. Agosto 2003.- SADA (A Coruña)
Podría decirse que es el artista, en cuanto sujeto del arte, a través de su acción material y de su intencionalidad conceptual, quien va a condicionar que el objeto de arte salido de su mente y sus manos, sea consecuente con la necesaria interacción sujeto-entorno. Considerando este entorno como eje y pretexto para la posterior realización estética.
Tal es aquí el caso y en él se evidencia cómo entre un artista, URDA, y un entorno rural y urbano, SADA, ha estado presente el fecundante flujo-reflujo propio del acto creativo derivado de esa entidad circundante tomada como pretexto y estímulo. Y es la propia obra quien mejor atestigua del autor, haciéndonos caer en la cuenta de su acierto, identificación y disfrute frente al medio ambiente representado.
Baste mirar la alegre, luminosa y siempre límpida coloración de sus obras. Lógicamente este proceso tendrá lugar no solo por el acierto valorativo del autor que capta la belleza circundante, sino y sobre todo, gracias a la siempre mágica disposición para digerirla y transformarla en un producto nuevo. Un producto que ha de ser siempre reconocible y de fácil asimilación para cuantos lo contemplen. En este caso podemos decir que se ha dado la ideal coyuntura de una la triple comunión entre autor, obra y espectador, a cuya coyuntura ningún artista debería sustraerse como ocasión responsable de compromiso estético y humano.
Y esto es lo que hoy hace aquí mi amigo y compañero JOSÉ MARÍA URDA. Este URDA que trasmutado en nuevo “Maese Pedro”, muestra con su policromo retablo de acuarelas, la íntima convicción de su realidad estética. Una realidad sencilla, sincera y honesta, bellamente destilada por él, del atrayente entorno mariñán y sadense y que, como aquel, conlleva el potencial bagaje de su intensa e ilusoria sugerencia urbana, campestre y marinera.